lunes, 18 de noviembre de 2013

La sumisa siempre debiera admitir sin reparos que en realidad es masoquista.

"Me gusta ser azotada. Que me aten es excitante". Estas declaraciones hoy ya no impactan tanto como hace algún tiempo pero la realidad a veces dista de las palabras dichas cuando se profundiza en el tema y te das cuenta que aun es más excitante cuando te lo hace una persona que tiene poder encima de ti y decide por ti los niveles de sumisión que vas a tener.
Nos parece natural que el ser humano intente evitar todos aquellos estímulos que le proporcionan malestar, y entre ellos solemos pensar que el dolor es uno de los más importantes, ya que normalmente lo asociamos al sufrimiento. Sin embargo, hay quien habla de masoquismo de ‘baja intensidad': todos conocemos a alguien a quien le encanta la comida tan picante que hace que se le duerma la lengua, todos tenemos algún amigo que corre maratones agotadoras, y muchos nos hemos rascado alguna vez una picadura de mosquito hasta levantarnos la piel o dejarla enrojecida. ¿Por qué?

Esperando...
Las relaciones entre placer y dolor son más complejas de lo que podemos creer. En la comprensión de esta relación extraordinaria una clave puede estar en las sustancias que produce el cerebro cuando sentimos dolor. Se trata de las endorfinas, unos opiáceos naturales de los que se sirve nuestro sistema nervioso para contrarrestar el dolor y el miedo. Otro factor que se ha propuesto es el alivio que se siente tras escapar o superar una situación desagradable, como sucede en las personas que se autolesionan, generalmente para aliviar un sufrimiento psicológico. Pero el caso del masoquismo es diferente, pues el dolor es percibido como placentero en sí mismo, aunque hay quien ha planteado que el verdadero objetivo del masoquismo se relaciona más con el poder y la sumisión que con el propio dolor.
¿De qué depende la interpretación del dolor?
La importancia del contexto ha quedado claramente expuesta y ha demostrado que el cerebro se comporta de forma distinta cuando un mismo dolor de intensidad moderada se compara con un dolor ‘peor' o con uno ‘mejor'. Las sumisas pueden interpretar ese dolor moderado como placentero al compararlo con otro más intenso. A nivel cerebral se observó una menor actividad en la ínsula y el cíngulo anterior, y una mayor activación en el circuito de recompensa que incluye las cortezas pre frontal orbital y ventro-medial.
No ver agudiza siempre la sensación cuando llega.
¿Cómo procesa el dolor el cerebro del masoquista?
En un interesante estudio realizado por la Universidad de Dusseldorf se comparaba, entre otros, a un grupo de personas con conductas masoquistas con un grupo de control que no mostraba este tipo de comportamientos. Para empezar, encontraron que el grupo de tendencia masoquista mostraba un umbral de dolor más elevado y valoraba la estimulación láser que se les aplicaba como significativamente más agradable en comparación con los controles. Y aún más interesante, utilizando la técnica de magneto encefalografía observaron que, tras una primera estimulación táctil indolora, la aplicación del láser ocasionaba una mayor amplitud en la respuesta tardía del área somato sensorial primaria  del cerebro. Los autores plantearon como una explicación tentativa la posibilidad de que las personas con conductas masoquistas sufran una alteración en la modulación del procesamiento de la información somatosensorial. Así, estímulos como el dolor, que en la mayoría de las personas aumentan la activación, serían percibidos como ‘normales' por aquellos con comportamientos masoquistas.
El interés y la aceptación del masoquismo y el sadismo han crecido en la sociedad, que incluso los ha retirado del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Pero a nivel científico aún queda mucho por saber sobre estas para filias. La psicología y la neurociencia desean comprender y no juzgar al que disfruta sintiendo dolor. Como se suele decir, "en la variedad está el gusto".
Estudiando bien los diferentes comportamientos en general de las sumisas y sumisos, podemos encontrarnos con sorpresas muy agradables cuando con un sentimiento de cariño desean ofrecerle a su guía o Amo, al que le procesan un agudo amor especial, el dolor en su cuerpo que les produce ese placer en la demostración de su entrega, la cual bien administrada por el Amo llega a ser total sin esos limites que romperían la confianza de la pareja Sado/maso.

El suspiro alegre de mi sumisa pasa por el castigo.

Cuando decides que ya no puedes más con las palabras no queda otra alternativa que pasar al castigo.
Tienes la suerte de tener una sumisa inteligente, una sumisa rápida en su pensamiento, hábil en las segundas lecturas, pero aun con todo y eso te das cuenta que no reacciona como tu deseas que lo haga y es que está reclamando tu atención y la mejor forma de hacerlo es provocando de forma consciente o de manera inconsciente un castigo para poder notar en su cuerpo el trato personal de la única persona que puede aplicarle correctivo, su Amo.
Usar tu correa es dar tu
 personalidad propia.
Hay  Amos que desean el placer del castigo, a mí personalmente me pone más deseoso el placer de su obediencia directa, por lo que castigarla no es gustoso para mi, en todo caso le puedo dar las mismas sensaciones del castigo pero de forma deseable, deseosa y con una sonrisa, pero al parecer hay momentos en los que el Amo veo que debe ser severo con su sumisa castigándola bien para el beneplácito de su ego de sumisa sintiendo en su cuerpo el placer del dolor infringido por el correctivo directo de su Amo. Si se llega a las lágrimas, el éxito está asegurado aun cuando es indispensable que dé muestras de su arrepentimiento en esa misma sesión sin tener la necesidad de guardar ningún rencor por haber sido suficiente para que saque todo cuanto le impida ser feliz en la relación con su amado Amo.
Bienvenida esa nueva sensación del castigo directo como terapia de enamoramiento de la sumisa hacia su Amo por duro que sea darlo.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Esas sumisas de armas tomar.

Llevo años como dominante y cada día es más complicado hacer obedecer a una buena sumisa.
Parece que haya llegado una revolución en la que las sumisas quieran tomar el mando de la relación BDSM con su Amo como si fuera éste un pobrecito marido tocado y hundido.
Desde el inicio de una relación con tu chica, los años van pasando y la confianza va entrando en la pareja del rol, todo va bien hasta que llega el fatídico momento en que tu ya veterana sumisa cree que es portadora del saber de todos tus deseos y empieza a intentar programar tu forma de actuar según su buena lógica de sumisa subida al carro de la razón y la verdad.
Al principio un aviso, pero después de un pequeño espacio de tiempo sigue opinando en lo que ella haría si fuera Ama y intenta inculcar su forma de verlo todo, incluso el trato en su castigo por hablar alto a su Amo. Ya no pasa mucho tiempo que vuelve a las andadas porque el castigo era solo un aviso y naturalmente se lo tomó como un consejo y no una reprimenda seria pero en tono moderado para no ofenderla en su ego.
Sabe que es un placer corregirla.
“Parece mentira pero a mis amigas no les pasa esto porque no se entregan tanto…”, ya está la frasecita en la que es obvio separas su trayectoria de las de otras sumisas, ya que no viene a cuento porque sus Amos también son otros con otras ideas, normas, procedimientos y formas de ver la sumisión que desean les sea entregada por sus sumisas respectivas.
Siempre, afortunadamente, llega su enorme arrepentimiento no coincidente con el castigo recibido por su falta de instinto de sumisión y de entrega hacia las directrices actuales dadas por el Amo.
Llega el gran día en el que ves claro que debes actuar de forma ya decidida, (tu sumisa se está desbocando con sus múltiples opiniones y conductas no deseables) y decides darle ese necesario castigo severo para poder poner un punto y aparte en su conducta.
La atas bien de forma que no pueda también llevar al traste tu castigo y le das su buena ración de azotes, esta vez severos de verdad para que ya no haya dudas de tu mal estar con ella. Las lágrimas parecen sinceras como para cesar ya puesto que ella no las deja escapar.
Todo va bien.
Hasta la siguiente vez, que por cierto no está muy lejos, porque ella esto no lo habría hecho nunca si hubiera sido el Amo.
Vaya temporadita larga y dura, el Amo nunca está acertado. ¿Sera que quizás ya no sea su Amo? Nooooo. Ella te lo dice una y otra vez, solo es un comentario sin más trascendencia y sin mala forma, hecha con toda la delicadeza de una sumisa con aun sus buenas señales en su trasero bonito.
Esa crisis existencial de la sumisa debería poner los pelos de punta al Amo, pero si realmente eres dominante ves en su actuación un brote puntual de desequilibrio fruto de esa confianza que la sobrepasa, es cuestión de no dejar que confunda sus límites con sus obligaciones propias de su apreciado rol de sumisa de su Amo y siempre aclaro de su Amo, del resto de mortales está claro que no.
A todo esto sigo siendo de la opinión que si te ama tu sumisa es más alto el riesgo de la confianza pero también es más alto el nivel de entrega cuando te la da que suele ser siempre que se la pides.