jueves, 29 de agosto de 2013

Sensaciones...

Golpear a su sumiso-a, es para la gente amante del BDSM sólo una manera diferente de tocar, acariciar o estimular a la persona, sea sumisa o en mi caso a janna, mi admirada esclava.
Azotar es una manera muy poderosa de tocar a una sumisa, tanto física como psicológicamente. Con una paleta, una caña de rio, unas ramas u otros instrumentos variopintos más o menos rígidos, se puede pegar con la fuerza que uno desee, desde un leve toque a un golpe salvaje.
Con un látigo, hay una velocidad mínima para pegar, que es la que permite que las colas se extiendan en el aire antes de golpear. Con azotes de varias colas, hace falta algo más de velocidad para que las colas se mantengan paralelas sin enredarse entre sí. Y cada látigo tiene un peso diferente y necesita una fuerza de inercia distinta para sacarle el partido deseado por el Amo. Como la fuerza del impacto depende del peso del instrumento y de su velocidad cuando llega al lugar donde se desea azotar, hay una fuerza mínima de impacto, diferente para cada látigo. Por eso un dominante suele tener varios látigos distintos.
Una bonita forma de pedir castigo.
Teniendo diferentes látigos, digamos dos o tres floggers de diferentes materiales y peso distinto, una correa o cinto (o un látigo con una cola ancha y plana, como un rebenque), un azote de varias colas y un látigo de una cola corto, el rango de sensaciones que se puede ofrecer a la sumisa es variadísimo.
Se pueden pasar las colas sobre la piel, acariciándola. También es agradable pegar suavemente como en un masaje, otra forma sería hacer pasar las colas cerca de la piel para que solo el aire la acaricie sin llegar a tocar la piel de la esclava, eso si se ha de hacer enérgicamente para dar esa sensación de susto tan agradable en su mirada y ver que el nervio de la sorpresa actúa.
Desde luego otra buena opción sería golpear desde suavemente hasta realmente fuerte y contundente, con la punta de las colas o con el largo de las colas, como se quiera. Se puede pegar para producir ardor o un profundo dolor siempre midiendo la forma y fuerza del azote ya que si no se va con cuidado se podría cortar la piel. Si el látigo es delgado y pesado, azotar fuertemente con él, puede cortar rápidamente la piel lastimándola y la verdad ese resultado no me gusta a no ser que lo provoque adrede yo por el motivo que crea oportuno y que seguro será excepcional.
En cuanto a la parte psicológica, estar atado, indefenso en manos del dominante, viendo en su mano el látigo, el instrumento que te hará sufrir, hace recordar a tu sumisa todas las escenas de azotes que vio en las películas. Ella sabe que será castigada y bien castigada, o no...
Si la sesión se va a basar sólo en sensaciones, sentir las colas del látigo rozando la piel, acariciando y golpeando alternativamente, tocando y amenazando su cuerpo, sus partes más íntimas, será algo para recordar. Y con un azote o un látigo, el hecho de saber que los golpes van a doler, y que el dominante podría ser duro si lo deseara, le hará sentir más profundamente el hecho de que está, en realidad, en sus manos, a su merced. Así que el látigo puede ajustarse a todos los dominantes y sumisas, ya sea que prefieran unas caricias, unas sensaciones rudas o un dolor real y mortificante.